LOS REGALOS DE NAVIDAD: LO QUE PADRES

Y ABUELOS PUEDEN HACER POR LOS NIÑOS

 

                       

María José Calvimontes

 

   

Aunque no debería ser ésta la razón, lo cierto es que unas fiestas de fin de año que en todo el mundo se celebrarán en medio de dudas e inquietudes sobre lo que depara el 2009 en términos económicos, pueden ser la ocasión precisa para que cada familia, con la orientación de los padres y los abuelos, se proponga recuperar el verdadero sentido de la Navidad. 

 

   

Esta Navidad muchos padres y abuelos, ya sea por elección o por necesidad, se verán en la situación de explicar a los niños que muchos regalos, grandes y caros, no son el motivo para alegrarse en estas fechas. "Los padres que realmente tienen que hacer recortes en su economía podrían pensar que eso restará brillo a su Navidad", comenta desde Estados Unidos Jo Robinson, co-autor de Unplug the Christmas Machine: A Complete Guide to Putting Love and Joy Back Into the Season (“Desenchufe la máquina de Navidad: una guía completa para volver a poner amor y alegría en esta temporada”), pensando en la cantidad de familias que en los últimos meses han tenido que enfrentar despidos, reducción de sueldos, disminución de los ingresos de las jubilaciones. Y agrega: "Ésta puede ser la mejor Navidad. Puede ser así si ustedes conocen de verdad a sus hijos. Ustedes saben lo que los hace felices”. Con el paso de los años, lo que los niños recordarán no serán los regalos, sino el cariño, la emoción, el recogimiento y el espíritu con que vivieron esta Navidad. 

Pero para muchas familias, quizás acostumbradas a celebrar el nacimiento del Niño Jesús haciéndose vistosos regalos, puede ser más difícil cambiar el enfoque. Pero qué mejor oportunidad para hacerlo que ahora, cuando las circunstancias de la economía mundial llaman a la austeridad. Qué mejor momento para reflexionar y tener muy presente que el protagonista de esta fiesta nació pobre en un humilde pesebre. 

¡Que los días de preparación para la Nochebuena no estén llenos de angustia por no poder comprar los regalos que se quisiera dar a los hijos o a los nietos! Éste debe ser un tiempo de espera en paz, y si eso se transmite a los niños, lo valorarán durante toda su vida. Si se necesita algunos consejos prácticos, podrían aplicarse los siguientes: 

 

   

 

Pero para muchas familias, quizás acostumbradas a celebrar el nacimiento del Niño Jesús haciéndose vistosos regalos, puede ser más difícil cambiar el enfoque. Pero qué mejor oportunidad para hacerlo que ahora, cuando las circunstancias de la economía mundial llaman a la austeridad. Qué mejor momento para reflexionar y tener muy presente que el protagonista de esta fiesta nació pobre en un humilde pesebre. 

¡Que los días de preparación para la Nochebuena no estén llenos de angustia por no poder comprar los regalos que se quisiera dar a los hijos o a los nietos! Éste debe ser un tiempo de espera en paz, y si eso se transmite a los niños, lo valorarán durante toda su vida. Si se necesita algunos consejos prácticos, podrían aplicarse los siguientes: 

-           Aunque parezca obvio: no tener miedo de ceñirse a un presupuesto. La tentación de hacer uso de créditos puede ser muy fuerte, pero valdría la pena evitarla y no seguirle el juego al consumismo.

-           Ser honesto con los hijos y los nietos acerca de la situación financiera de la familia. Sin asustarlos ni dar detalles: es bueno que los niños compartan y se hagan conscientes desde pequeños de la necesidad de ahorrar, de cuidar lo que se tiene.

-           Revisar con los niños su “lista de regalos de Navidad” y hacerles saber cuando lo que están pidiendo no es realista. Orientarlos sobre qué tipo de obsequios pueden pedir, de acuerdo con el presupuesto que se tenga. "Los padres hoy en día permiten que la televisión dicte lo que quieren sus hijos”, asegura Robinson. La comunicación entre padres e hijos (y el apoyo de los abuelos) debería ser más poderosa que esos mensajes.

-           Añadir experiencias a la celebración de Navidad que vayan más allá de los regalos y que no signifiquen hacer grandes gastos (¡esto debería hacerse aunque el dinero sobrara!). Hacer galletas con la abuela, ir a dar un paseo y recolectar ramas de pinos y otros “materiales” para hacer guirnaldas. Cocinar en familia e ir a dejar esa comida a un vecino necesitado. Animar a los niños a hacer sus propios regalos (alguna manualidad, una tarjeta, un rico postre…). Los abuelos, en lugar de comprar regalos, aprovechar esta importante fecha para entregar recuerdos especiales (una carta a cada nieto, una fotografía antigua autografiada, algún objeto personal…).

-           Disminuir la cantidad de regalos: Hacer un intercambio en la familia en lugar de regalar todos-a-todos. O comprar a cada niño dos regalos y uno solo para la familia, por ejemplo.

-           Recordar, junto al pesebre, que es el Niño Jesús quien más regalos debe recibir. Cada miembro de la familia puede elegir (o tomar por sorteo) un personaje (un rey mago, un pastor, el buey, el burro, la estrella de Belén…) y según lo que lo caracterice, comprometerse interiormente a regalar a Jesús el propósito de cultivar especialmente esa virtud durante todo el año.

-           No olvidar que en otros tiempos, aunque no hace tantos años, en Navidad se regalaba no lo que los niños querían, sino lo que necesitaban (calcetines, ropa interior, un pijama…). Claro que esto puede sonar muy aburrido para los hijos y nietos, pero si las condiciones por ahora no permitieran otra cosa, incluso a eso se le puede encontrar el lado divertido.

-           Compartir, conversar, contar historias, cantar villancicos, hacer un repaso a las experiencias del año que está terminando y, lo más importante, agradecer a Dios por haberse hecho Niño para estar más cerca de todos y de cada uno.