RICOS EN SABIDURÍA Y MAESTROS DE LA VIDA |
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Carta Pastoral de Mons. Antonio Ceballos Atienza, Obispo de Cádiz y Ceuta, con motivo del Día de los Abuelos. |
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Mis queridos diocesanos: El día 26 de julio celebra la Iglesia la fiesta de San Joaquín y Santa Ana, quiénes según la tradición son los abuelos de Jesús. Este es un día propicio para mostrar a nuestros abuelos el cariño que les tenemos, y desde lo más profundo de nuestro corazón darles las gracias por su sencillo, heroico y valioso testimonio. 1. Os queremos y necesitamos Hoy, en esta fiesta, os deseamos lo mejor. Sabemos de vuestra soledad y de vuestras limitaciones e impaciencias. Sabemos cuando vuestro oído, gastado, no entiende a la primera; cuando vuestra vista, cansada, requiere un lazarillo que os guíe; cuando vuestra memoria frágil nos repite lo mismo una y mil veces. A veces, nos cansamos, pero os queremos y os necesitamos. 2. Los abuelos: ricos en sabiduría y maestros de la vida La sensibilidad de la sociedad actual postula y exige que se restablezca un reconocimiento público, universal y particular por los abuelos. En los abuelos encontramos una carga de bondad y experiencia de vivencia del sacrificio que son inestimables. Hay abuelos que hasta el último momento de su vida se esfuerzan por difundir en derredor suyo un clima de buen humor y alegría; que viven preocupados por los demás, esforzándose para que sean felices; que ocultan sus dolores y achaques a fin de que los demás no sufran; que tratan de sublimar sus tendencias para aportar a la vida belleza y ternura. Ellos aprenden pronto que la sabiduría de la vida consiste en aceptar lo que uno es, hacer lo que uno es capaz de hacer en esta edad, y encontrar en ello la felicidad. Así viven ese momento de su vida en plenitud y viven con alegría y optimismo. Un modelo acabado de anciano, alegre, optimista, comprensivo y emprendedor fue el Beato Papa Juan XXIII. Ellos gozan de una sabiduría en sentido bíblico: ellos son los que contemplan todo desde lo absoluto y eterno, y desde ahí iluminan la transitoriedad de la vida (cf. Benedicto XVI, V Encuentro Mundial de Familias, Valencia 2006). Ellos gozan de serenidad, alegría y paz al comprender que su vida ha sido como el grano de trigo sembrado en tierra que, aunque se pudra, dará fruto. 3. Seamos agradecidos con nuestros abuelos Esta es una fiesta de agradecimiento, un acto de amor, una acción de gracias respetuosa y alegre en donde los mismos abuelos puedan volver a sentirse verdaderos protagonistas. Gracias por esa sabiduría acumulada con el paso de los años y que no se aprende en los laboratorios sino en la vida. Sabiduría que nos ayuda a relativizar las cosas superficiales, y a la larga estériles, y a ir a lo esencial (cf. Juan Pablo II, Encíclica Evangelium vitae, 1995). Vosotros, queridos abuelos, nos ayudáis a descubrir que las cosas importantes para ser felices son pocas y, aunque es inevitable que cada uno recorramos nuestro camino, aprendiendo de errores, vosotros siempre estáis ahí para acoger y comprender, para dar aliento y, cómo no, para decirnos qué es lo más fácil y lo mejor. Gracias, mil gracias, queridos abuelos, y seguid adelante con vuestra valiosa misión hasta que Dios os invite a su casa para siempre. Reza por vosotros, os quiere y bendice, + Antonio Ceballos Atienza Obispo de Cádiz y Ceuta Cádiz, 23 de julio de 2009 Tomado de Ecclesia Digital |
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