CELEBRAR EL "DÍA DE LOS ABUELOS"

   

JOSÉ M. CLAR FERNÁNDEZ

 
   

 

 

En esta época en la que nos ha tocado vivir, y en la que todos están de acuerdo en que la familia es la base para que nuestra sociedad progrese adecuadamente, resulta justo tender nuestro recuerdo hacia nuestros abuelos en el día que se conmemora la festividad litúrgica de San Joaquín y de Santa Ana, padres de la Virgen María y abuelos del Niño Jesús. Por ese motivo, en esa fecha celebramos el "Día de los Abuelos", como homenaje a estos hombres y mujeres que tan importante papel representan en las familias.

El próximo domingo, día 26, debe ser un gran día, ya que puede ser una fecha muy bonita para que toda la familia unida celebre el "Día de los Abuelos". Ha de ser un día que se convierta en la fiesta del amor, de devolución de ternura y, sobre todo, del agradecimiento respetuoso y alegre para hacerles arrancar a nuestros abuelos su mejor sonrisa en una celebración íntima y familiar, donde ellos vuelvan a sentirse protagonistas.

Valores humanos como el respeto y el cariño hacia nuestros mayores son algo importante y connatural a nuestra sociedad. La figura de los padres de nuestros padres -el "gran padre" o la "gran madre", como muy acertadamente se nombra el término "abuelo/a" en otros idiomas- está presente en la cercanía-lejanía de nuestra infancia. Nuestros abuelos constituyen un punto de referencia de nuestros primeros actos de toma de nuestra conciencia, nuestros primeros pasos, nuestros primeros juegos, nuestras primeras desobediencias, nuestras primeras alegrías, nuestros primeros castigos, nuestros primeros cumpleaños y tantas y tantas sensaciones más.

 

 
   

Nuestros padres, muchas veces, a causa de sus trabajos, encomiendan a los abuelos el cuidado de los niños, llevarles y recogerles del colegio, darles de comer o merendar, etc. Infinidad de veces hacen las funciones de padres con todo el amor y dedicación, para ir educando a sus nietos con la ternura que se merecen a fin de que descubran la vida sin traumas y sin complejos, ayudándoles en todo lo que pueden, mejorando incluso en aquellas cosas que saben por experiencia desde la óptica de la sabiduría que dan los años y que, por tanto, han de dar de otra manera, acordándose de errores que tuvieron con sus propios hijos.

Su visión serena de la vida y su experiencia hacen de los abuelos unas personas muy benefactoras para los nietos. Los acompañan, los escuchan, los ayudan en los deberes de la escuela, juegan con ellos y son generosos en el tiempo y en la entrega. Todo ello en un marco de profundo cariño, comprensión y tranquilidad que tanto necesitan hoy muchos niños. Los abuelos acaban siendo los confidentes, los amigos diferentes a los que los nietos quieren como solamente ellos saben querer: sin condiciones. Los niños, con ellos, aprenden a dialogar, a escuchar y ser escuchados, a mantener viva su autoestima y otros valores morales y actitudes cada día más ausentes en la sociedad que tan decisivos son para su madurez y salud mental.

 
   

Por su parte, los abuelos salen también beneficiados de esta estrecha relación. También ellos llevan un niño dentro y, a través de sus nietos, lo redescubren y sacan al exterior sin ruborizarse. ¿Habrá escena más hermosa que ver a un abuelo a cuatro patas haciendo de caballito con su nieto encima? Los psicólogos afirman incluso que esta buena relación hará que los niños estén más unidos a sus padres, pues, gracias a los abuelos, se enteran de cómo eran éstos, de lo que hacían de pequeños; es decir, de que igualmente fueron niños.

Pero no todo es dicha, porque los abuelos también sufren y de la peor manera: en silencio y con humildad. Sufren cuando se les menosprecia, cuando se les utiliza, cuando se abusa de ellos, cuando se les separa de sus nietos, cuando no sienten el cariño de ellos.

El día 26 de julio ha de ser una fecha de acción de gracias por la vida, por los cuidados, por los desvelos, por los sufrimientos, por los sacrificios, por el derroche de amor y cariño que los abuelos imparten hacia nuestros padres y hacia nosotros. Ha de ser un día en que toda la sociedad rinda un merecido homenaje a esos hombres y mujeres que tanto nos han dado. Ellos, como bien ha dicho el Papa Benedicto XVI, "son los garantes del afecto y la ternura que todo ser humano necesita dar y recibir".

 

Tomado de EL DIA.es, 24 julio 09