LOS ABUELOS Y LA ALIMENTACIÓN DE LOS NIETOS
     
 

Lo que pueden hacer para inculcarles hábitos saludables

     
 

Los abuelos tienen una importante influencia en la formación de los hábitos de sus nietos. En la actualidad, cuando muchas abuelas y abuelos cuidan a  niños pequeños mientras sus padres trabajan, e inclusive cuando sólo los visitan ocasionalmente, juegan un significativo papel en las costumbres alimentarias que sus nietos adquieren. De ahí la importancia de que padres y abuelos conversen sobre este tema para que haya consistencia en los criterios a seguir: cómo abordar las diferentes comidas del día, el tipo de preparaciones más habituales, las combinaciones de alimentos, sus cantidades y horarios.

Teniendo en cuenta las recomendaciones de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición para evitar el sobrepeso y mantener un buen estado nutricional en la infancia, y en base a las sugerencias que se encuentran en la guía “La alimentación de tus niños. Nutrición saludable de la infancia a la adolescencia” publicada el año 2005 por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria, se enuncia algunos consejos e ideas que deben conocer abuelos y padres:

 

 
  • En los primeros meses de vida, la leche materna a libre demanda es el alimento ideal para el niño, porque le aporta todos los nutrientes que necesita en cantidades suficientes.

  • Cuando se empieza a incorporar nuevos alimentos a la dieta del bebé, se le debe ofrecer una variedad de ellos, cada uno repetido varias veces, siempre según las indicaciones del pediatra. No debe olvidarse que hoy en día se sabe mucho más acerca de los efectos de determinados alimentos en el desarrollo infantil. Por eso es recomendable que, aunque con sus propios hijos hayan seguido pautas distintas, los abuelos conozcan y apliquen los nuevos criterios de nutrición: no sobrealimentar al bebé, no añadir miel o azúcar a sus biberones o frutas, no dar galletas o pan a un bebé antes de los 10 meses (pues su aparato digestivo no está preparado para digerir el gluten que contiene la harina y podría desarrollar una intolerancia a este componente) y no agregar sal a su comida.

  • En la etapa preescolar y escolar, es importante organizar los horarios de tal manera que al menos una de las comidas sea también una reunión familiar. Será la ocasión para compartir además de transmitir modales, conductas y hábitos alimentarios correctos.

  • Se debe tener en cuenta que un niño gordo no es sinónimo de un niño sano, ya que puede haber ganado esos kilos con malos hábitos de alimentación, cubriendo sus necesidades energéticas pero sin la variedad y calidad de nutrientes que requiere para su desarrollo.

  • Aunque en la cultura tradicional se acostumbra a servir platos repletos de comida, es preciso poner atención a las porciones para servir a los niños raciones razonables de cada alimento, según las necesidades del niño (por su edad, condiciones de salud, etc.)

  • Es muy importante evitar los “picoteos” entre horas, sobre todo si se trata de alimentos ricos en azúcares y grasas. Esta mala costumbre de comer a cualquier hora la adquieren los niños con facilidad, y es labor de padres y abuelos luchar contra ella. El  niño que “picotea” consume dulces, pasteles, galletas, helados, etc., y ese hábito sólo contribuye a que aumente de peso, incorpore calorías vacías a su dieta y, a la larga, pueda sufrir de obesidad.

  • Los abuelos, y también los padres, deben evitar dar o negar determinados alimentos a los niños como premio o castigo. No se debe utilizar la comida como una forma de resolver situaciones de aburrimiento, ansiedad o tristeza, pues no se desea que cuando ese niño crezca busque “refugio” en la comida, lo que se convertiría en un trastorno alimentario.

  • Es comprensible que los abuelos quieran que sus nietos coman aquello que les pone contentos, y por eso les regalan dulces y golosinas, pero deben saber que ésos son alimentos que no conviene comer cada día y que están reservados para momentos especiales (y que así, además, los niños los disfrutarán más). Son alimentos que quitan el hambre, y su abuso provoca caries y produce exceso de peso. La moderación es la norma.

  • Es una buena idea acostumbrar a los niños al agua como bebida, en lugar de ofrecerles siempre jugos artificiales y refrescos dulces.

  • Las técnicas culinarias que se utiliza también importan: es mejor cocinar con poca grasa y evitar las frituras. Hay que variar las formas de preparación de los alimentos empleando distintos procedimientos: asado, cocido, a la plancha… y estimular el consumo de alimentos crudos (ensaladas, sopas frías…), con los ingredientes muy bien lavados.

  • Se debe enseñar a los niños a comer despacio y sin distracciones (televisión, videojuegos, etc.).

  • Desde pequeños, los niños deben aprender a comer de todo: un poco de cada cosa y no mucho de una sola. Si se busca que su alimentación incorpore nutrientes de diversos tipos y que cuando sean adultos tengan hábitos alimentarios saludables y propios de la cultura de su zona geográfica, hay que “presentarles” los alimentos en distintas formas, consistencias, texturas, sabores, olores y combinaciones.

  • Por lo anterior, al igual que se transmite pautas de higiene personal, se debe hacer el esfuerzo de educar en alimentación y nutrición. La  educación  nutricional  exige paciencia, dedicación, no hacer concesiones inaceptables y un cierto respeto por el  apetito del niño, siempre que el crecimiento y desarrollo del mismo, a juicio del pediatra, se encuentre dentro de los rangos normales. Así, es mejor evitar consejos reiterativos que pueden crear mal ambiente e incluso aversión hacia aquellos alimentos que se pretende potenciar.

  • Abuelos y padres deben predicar con el ejemplo: que su comportamiento sea coherente con sus recomendaciones verbales, pues resulta difícil inculcar un hábito  alimentario saludable, cuando quien lo aconseja no lo pone nunca en práctica.

  • En el plan de comidas de un niño en edad pre-escolar o escolar debe haber equilibrio en la presencia de alimentos ricos en proteínas de origen animal (lácteos, carnes, huevos y pescados) y de origen vegetal (cereales, legumbres, verduras y frutas). Los alimentos ricos en hidratos de carbono (pan, pasta, arroz, legumbres) son imprescindibles por su aporte de energía.

  • Es fundamental proporcionar a los niños una dieta variada rica en vegetales. Las frutas y ensaladas deben ser habituales y abundantes en su alimentación.

  • La dieta mediterránea es una excelente fórmula para el consumo de alimentos saludables: aceite de oliva, pescado, legumbres, cereales, pan, frutas, verduras, yogur, frutos secos. Sus distintas combinaciones dan lugar a numerosas recetas de alto valor gastronómico y nutritivo.

  • Los abuelos también tienen un rol importante a la hora de motivar a los niños a valorar los alimentos, dar gracias por recibirlos, y apreciar los platos y recetas como un tesoro cultural. Hacer que comprendan que así como la comida debe aportar la energía y los nutrientes que el organismo necesita, debe ser fuente de bienestar: el mejor alimento es un plato gastronómicamente bien preparado, consumido en un lugar agradable y en buena compañía.

  • Finalmente, aunque no se trata de un hábito alimentario, es preciso mencionar la práctica de ejercicio. Los abuelos deben estimular a sus nietos a realizar actividades físicas y a reducir el ocio sedentario, evitando el exceso de horas de televisión y videojuegos.

 

Con las anteriores recomendaciones se pretende animar a los abuelos a preocuparse de que sus nietos adquieran unos hábitos saludables que les hagan crecer sanos, les protejan de la  obesidad y, en general, prevengan el desarrollo de una serie de patologías que se manifiestan en la edad adulta.

 
     
 

     
......................